La construcción del molino es del finales del siglo XVIII, a orillas del río Anllo, el cual le da su fuerza para hacerlo funcionar, hasta la decadencia de los molinos de agua en el siglo XX y la puntilla que es la jubilación de su último dueño.  Aquí el molino entra en un estado de deterioro que lo lleva a dejar de funcionar y quedar en desuso, hasta la llegada de Isabel, la cual se enamora del lugar y decide emprender el proyecto de restauración y puesta en funcionamiento ya en el siglo XXI.

La restauración se realiza lo más parecido a la forma tradicional, tanto en los materiales como en las técnicas usadas.

En el exterior se arregla la presa del río, el canal del agua y las compuertas.

Además del propio edificio se restaura todo el interior del molino, desde el mecanismo de una de las dos turbinas hasta las huchas para guardar grano y harina, pasando por la tolva, la peneira y la renovación de la madera.

Excepto la incorporación de un polipasto con motor eléctrico para elevar el grano hasta la tolva sin que sufra de más la espalda de la molinera, el resto del proceso se realiza de la forma tradicional, el agua del río es desviada por un canal que la lleva debajo del molino para hacer funcionar una turbina que a su vez hace girar la piedra para moler el grano y la peneira para separar la harina del salvado.

Desde su restauración el molino lo llevó Isabel ella sola, aunque con ayudas puntuales, hasta la llegada de Patricia la cual se convertiría en su socia.

Por temas de salud deciden dejar el molino, pero no querían que se perdiese todo por lo que tanto habían trabajado. por lo que estuvieron buscando alguien mantuviese abierto el molino y cuando ya parecía que nadie daba el paso apareció Marina Iglesias, vecina de la zona que evitó el cierre del molino cogiendo las riendas del negocio.

Antes de apartarse definitivamente la ayudaron a asentarse y le enseñaron todo lo que habían aprendido durante todos los años de duro trabajo en un oficio tradicional del que ya casi no queda representación en Galicia y que continuase con su legado en el rural gallego.

Marina decidió apostar por la continuidad y seguir con las mismas técnicas de producción y productos que había que tan buena fama le habían dado al molino.